sábado, 30 de octubre de 2010

Yo, en los campos de Booz

Noemí tenía un pariente de su marido, un hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.  Y yo le dije a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella me respondió: Ve, hija mía.  Me fui entonces y espigué en el campo, junto a  los segadores; y me quedé con aquella parte del campo.  Y Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Yahvé sea con vosotros. Y ellos respondieron: Yahvé te bendiga. Y Booz dijo a su criado, el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?  Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento. Entonces Booz me dijo: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Yo entonces bajé mi rostro y lo incliné a tierra, y le dije: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?  Y me respondió: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Yahvé recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
Y yo dije: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.  Y Booz me dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y yo me senté junto a los segadores, y él me dio del potaje, y comí hasta que me sació, y me sobró. Luego me levanté para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;  y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis. Espigué, pues, en el campo hasta la noche, y desgrané lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. Y lo tomé, y me fui a la ciudad; y mi suegra vio lo que había recogido. Saqué también luego lo que me había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo di. Y me dije mi suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.
Y le conté con quién había trabajado, y dije: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz. Y me dijo Noemí: Sea él bendito de Yahvé, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después me dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos. Y yo dije: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.  Y Noemí me respondió: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.  Estuve, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y viví con mi suegra.
Esta soy yo en los campos de Mooz, espigando, y estoy hablando con Mooz y su mayordomo

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